Beto paró el
penalti a Rodrigo y la locura se desató en el Juventus Stadium. Un portugués,
pero sevillista, estaba señalado por el destino para convertirse en el protagonista de una cita histórica. El
Sevilla se abona al sufrimiento: ya fue campeón en Glasgow ganando también la
última batalla desde la línea de los 11 metros. En aquella ocasión Andrés Palop
fue el protagonista. Este miércoles el valenciano fue testigo desde la grada
del éxito del luso.
De la
cantera del Sporting de Lisboa, Antonio Alberto Bastos Pimparel, Beto, ha
escrito su nombre con letras de oro en la historia de Nervión. "Es la
final soñada, terminó de la mejor manera para el Sevilla, no solo para mí. Es un orgullo muy grande ser parte de este equipo",
reconocía el jugador al finalizar el partido. "Es una alegría muy grande y
se la dedico a mi padre, que seguro que estaría muy orgulloso de mí". Beto
siempre mira hacia arriba cuando salta al campo y señala con los dedos al cielo
rezando y recordando a su padre. "El primero del que me acuerdo es él, y
sé que estaba conmigo en la portería. Se lo dedico también a mi familia porque
se lo merecen. Mi madre, mi hijo, todos".
El portugués
tuvo un recuerdo para sus compañeros, asegurando: "Cuando hablamos los
cuatro porteros antes de los penaltis nos dijimos que estaríamos los cuatro en
la portería". Beto se
encargó de mantener viva una final más la maldición de Bela Guttman.
La actuación de anoche en Turín eleva a Beto a lo más alto de los corazones sevillistas. Sus paradas valen un título, pero también tuvo otra actuación destacada que permitió al Sevilla disputar la final: el Euroderbi.
El portugués
sacó la punta de los dedos en el penalti definitivo, desviando el lanzamiento
del verdiblanco Nono y clasificando al equipo para cuartos de final. Después
caerían Oporto y Valencia. Un camino largo pero dulce.
Fuente: www.marca.com
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