Fernando Argila Pazzaglia, nacido en Barcelona en 1922, con 182 centímetros se inició como jugador de baloncesto, llegando a profesional durante tres campañas. Hasta que, de repente, dio un vuelco mayúsculo y se cambió al fútbol. De portero, pero al fútbol. Había practicado ambas actividades con éxito y finalmente tuvo que optar. Renunció al profesionalismo en el baloncesto, en el que había jugado con el San Gervasio y accedió al Barcelona.
Con los culés permaneció dos campañas. La de la promoción del año
1942, en la que ha sido la vez más próxima que los catalanes peligró su
permanencia en 1ª y ese mismo año, ganando la Copa del Generalisimo al
Athletic de Bilbao por 4-3. Suplente en el Barça, aceptó marchar al
Oviedo. Y con los asturianos permaneció de 1944 a 1957, con la excepción
de la 51-52 que defendió la meta del Atlético de Madrid. Sus
condiciones fueron tan válidas que en 1954 llegó a ser internacional
absoluto, defendiendo la portería de la Selección en España-Turquía que
acabó con 4-1 en el Santiago Bernabéu.
Después Argila dio el salto a los banquillos. Entrenó a Oviedo, Granada,
Racing, Espanyol, Sporting de Lisboa o Cordoba fueron sus destinos.
Ahora con 90 años disfruta del deporte alejado de campos y banquillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario