Una
habilidad que todo entrenador
de porteros deberá tratar de dominar, es la capacidad para despertar emociones en sus porteros. La
forma en que lo haga, dependerá de la situación
en la que se encuentre el equipo o tendrá que ver con los objetivos que se tienen planteados
para un periodo determinado.
Según
Daniel Goleman (psicólogo
estadounidense), tenemos dos cerebros;
uno que piensa lo racional y otro que recoge los sentimientos, las emociones.
El primero, es una forma de entendimiento de lo que se suele tener conciencia.
Es más prominente en cuestiones como la atención
y la reflexión. El segundo, se compone de un sistema de conocimiento
más allá: la impulsividad y los pensamientos ilógicos. Sin embargo, existe una interacción constante entre el cerebro emocional y el cerebro racional.
Teniendo en cuenta esto, es interesante analizar como es el proceso de formación del portero de fútbol. Comenzaremos diciendo que tener un equilibrio mental fuerte, es esencial para ser portero. Para ello, emplear al final del entrenamiento con los porteros de las categorías inferiores unas tareas de juegos competitivos, en los que hayan torneos entre los porteros, hará que adquieran la competencia mucho mejor y que se acostumbren a convivir con la derrota sin llegar a emociones negativas como la frustración o la falta de confianza.
Estos
tipos de tareas, harán que los porteros se hagan
más fuertes mentalmente, ya que
más tarde cuando vayan progresando de categorías y den
el salto al fútbol profesional, se requerirá que un portero
posea una buena gestión mental. Buscaremos despertar
unos sentimientos y unas emociones
que desarrollen una capacidad de
resistencia y una capacidad de recuperación
de un estado mental negativo,
convirtiéndose en un futuro portero, capaz de reaccionar con éxito ante
situaciones similares. Que
un portero posea una capacidad mental fuerte
para superar el fracaso es muy importante, y para ello, su entrenador de porteros, tiene que ser consciente de que al despertar estas emociones negativas activas,
pueden tener unos efectos secundarios
indeseables.
Las emociones desencadenan en los porteros unos cambios en
lo que respecta a su disposición a la hora de entrenar o
jugar, y esto, repercutirá en unas actuaciones mejores o peores y, en última instancia, repercutirá en sus
vidas deportivas. Si la presencia de las emociones negativas es una constante por parte del
portero, aparecerán los famosos estados de ansiedad
en su rostro, lo que provocará
malas actuaciones que conllevan a unos malos resultados y unas comparaciones
o críticas que se hará él mismo, que no le ayudarán a
dar la mejor versión de sí mismo.
Jon Pascua Ibarrola, EDP de Mamelodi Sundowns con sus porteros |
Haciendo
una analogía con el juego y con el proceso de formación, nos damos cuenta de cómo la presión puede influir en el rendimiento, y sabiendo que la posición de
portero está sujeta a una enorme
presión, tenemos que ser muy cuidadosos
para no transmitir emociones negativas. Un portero de fútbol, debe
estar preparado y capacitado para crear unos mecanismos de defensa y desarrollar unas estrategias para
que las emociones no influyan
negativamente en su actuación.
Así que
podemos decir como conclusión, que el
despertar de las emociones, está relacionado directamente con los ejercicios
que realizamos con nuestros porteros. Sin
embargo, la forma en que realizamos siempre los ejercicios, debe adaptarse a
la intencionalidad de fomentar y tener en cuenta la singularidad de cada uno de nuestros porteros. El ejercicio
puede contener una carga
emocional elevada, pero tenemos que saber si tendrá como efecto unas emociones
positivas o unas emociones negativas. La
estimulación de lo que queremos conseguir con nuestros porteros, deberá llevarse a cabo
de manera efectiva en las intervenciones que realizamos como entrenadores
de porteros, ya que será este aspecto el que implementará las intenciones del portero a la hora de trabajar.
Para finalizar, como suelo realizar asiduamente, compartiré con todos/as vosotros/as una frase que hará reflexión a todo lo anteriormente narrado. Un abrazo muy fuerte.
Para finalizar, como suelo realizar asiduamente, compartiré con todos/as vosotros/as una frase que hará reflexión a todo lo anteriormente narrado. Un abrazo muy fuerte.
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