Andrés
Mazzali fue uno de esos hombres que parecen elegidos por la vida para
destacarse en todo aquello que se proponen. Un guardameta uruguayo que
tuvo la posibilidad de cautivar tanto a los futboleros de su país, como a
las críticas, sus propios compañeros y también a las mujeres, aunque no
siempre se salió totalmente con la suya. Lo real es que este futbolista,
nacido el 22 de julio de 1902 en Montevideo, había demostrado tener una
impresionantes dotes para ser delantero en su juventud en Nacional, pero
no pudo llegar a disputar demasiados encuentros profesionales en esa
posición, porque se hacía muy difícil conseguir el calzado de su número,
por lo tanto atajaba con zapatillas comunes y corrientes, e incluso
zapatos, merced de sus grandes cualidades técnicas.
Su debut en Primera División,
como una premonición de su futura exitosa carrera, sería ante el
acérrimo rival Peñarol, en cancha de los “carboneros”, y con una
contundente victoria por 2 a 0 como visitantes, en el antiguo Parque de
los Aliados. Incluso, lo más saliente en la vida de
Mazzali, es que se trataba de un atleta realmente completo, que fuera
figura en las obtenciones de las medallas de oro en los Juegos Olímpicos
de 1924 y 1928 en París y Ámsterdam respectivamente. Al mismo tiempo,
jugaba como basquetbolista profesional en el club Olimpia de Montevideo,
habiendo obtenido un campeonato nacional en 1923, y tres años antes se
había consagrado campeón atlético sudamericano, en carrera de 400
metros, siendo segundo en 200.
En muchas de las ocasiones
durante las que en ese tiempo le tocó representar a su país, Mazzali
había diseñado un buzo con un dibujo que representaba una especie de
alas rojas, y realmente quienes tuvieron la oportunidad de verle en
acción, destacan que sus movimientos no estaban muy lejos de volver
realidad esa gracia. Incluso, gracias a ella, se ganó el apodo de
“buzo”. Durante una gira
europea que Uruguay realizó, en condición de medallista de oro en Paris,
sí le habían podido conseguir los botines necesarios para que fuera
atacante, y por ese motivo dejó en el arco a su habitual suplente,
Vicente Clavijo, para pasar a formar parte de la delantera. En ella,
llegó a convertir algunas anotaciones.
Por este mismo motivo, hasta el
día de hoy se considera a Mazzalli como el más grande portero uruguayo
de la historia, y uno de los exponentes de este puesto que lograron
revolucionar el mismo, como Amadeo Carrizo, Ricardo Zamora o José Luis
Chilavert. En Latinoamérica también era adorado, especialmente a partir
de las conquistas de las Copa América de 1923, 1924 y 1926 con su país. Durante este
tiempo, además, se había hecho una gran fama de “sex symbol” y
conquistador de mujeres, sobre todo famosas de su país, y aprovechaba
cada oportunidad que tenía para salir por las noches, acompañado por
ejemplo de otro talentoso, Héctor Castro, aunque nunca cometía faltas profesionales.
En la previa
del Mundial en el que Uruguay sería local, en 1930, sus futbolistas
pasaban bastante tiempo concentrados, lo que era motivo de disgusto para
muchos de ellos, y cualquier cosa que pasaba solía romper la monotonía
del lugar. Cuenta la historia que en uno de sus días anteriores a la
competencia, una bella rubia ingresó al complejo de la Federación
Uruguaya, no se sabe con qué pretexto. Tiempo después, el
capitán y símbolo de aquel seleccionado uruguayo, recordaba: “el momento
más triste para nosotros fue cuando separaron del plantel a Andrés
Mazzalli. Había sido el arquero en París y Amsterdam, pero era muy
mujeriego y una noche se escapó de la concentración para irse con una
rubia. Lo expulsaron y no hubo defensa para él. Todos sentimos pena,
pero la sanción impuesta fue irreductible y ni a mí me hicieron caso”.
Luego de ello, Mazzali no dejó de
divertirse con el fútbol, ni de salir por las noches, aunque puso punto
final a su carrera tres temporadas más tarde, totalizando cinco títulos
locales en Nacional, con 267 partidos y 12 goles convertidos, todos sobre el final de su actividad, cuando el calzado ya no era un problema tan grave.
Posteriormente
sería entrenador de varios equipos, aunque sin resultados demasiado
interesantes, mientras que fallecería en 1975, algo más alejado del
fútbol, pero dejando un recuerdo imborrable entre muchos, que hoy nos
han permitido contar esta historia.
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