José Francisco Molina
no fue el típico portero que se estilaba por entonces. Era un avanzado a
su época. En un fútbol en el cual los porteros parecía que tenían que
ser robustos y guardianes de la portería, Molina se caracterizaba por
una gran técnica individual con los pies y por sus continúas salidas.
Así se ganó un puesto entre la élite, y tras un breve paso por el Albacete
se enroló en las filas del Atlético de Madrid.
Las
mayores de las anécdotas de Molina se produjeron en la selección
española, con quien disputó nueve partidos. Casualidad o no, Noruega
estuvo siempre presente. El 24 de Abril de 1996 debutaba con la selección española en un partido
ante Noruega José Francisco Molina Giménez (8/8/70, Valencia), uno de
los mejores porteros que ha dado el fútbol español.
Lo curioso de aquel
estreno, fue la posición que ocuparía en el campo el por entonces
cancerbero del Atlético de Madrid, que lejos de desenvolverse en su
demarcación natural, aquella noche se desempeñaría como interior
izquierdo, ante el asombro de toda España por el increíbe e impensable
debut.
Ocurrió porque en el minuto 21 de la segunda parte, se lesionó un jugador
de campo, Juanma López, cuando Javier Clemente habia realizado los 3 cambios de jugadores permitidos según la reglamentación de esa época, y solo le
quedaba por cambiar al portero, que podía jugar. Molina no tuvo más remedio que ingresar en el terreno de juego y cuajó una buena actuación, e incluso pudo marcar gol.
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